PREVALENCIA
El TDAH ha sido considerado como un cuadro
que predominaba ampliamente en los varones
respecto a las mujeres, pero ésta teoría
va perdiendo fuerza a medida que pasa el
tiempo y actualmente se estima que su prevalencia
es muy similar en ambos sexos, si bien
parece que en los varones puede predominar
la hiperactividad y en las mujeres el déficit de
atención. Asi mismo se consideraba tradicionalmente
que éste trastorno era exclusivo de
la infancia y adolescencia. La realidad no es
esa. El cuadro persiste en la edad adulta y sus
manifestaciones más graves para la familia y
la sociedad, y las dificultades para controlarlas
suelen ocurrir a esta edad.
La importancia alcanzada por este síndrome a
nivel familiar, social y sanitario está fuera de
duda. El hecho de haberlo considerado hasta
ahora como una “patología menor”, con el
erróneo argumento emitido por muchos (con
escasos conocimientos sobre la repercusión
de este síndrome) de que está “sobredimensionado”
ha llevado acarreado, si no un desinterés
total por su estudio, al menos un interés
inferior al de su auténtica importancia.
Hoy constituye, junto con la alergia, la patología
más frecuente en el niño, y, junto con
otros trastornos psiquiátricos de identificación
mejor definida, una de las patologías de
mayor prevalencia y un desafío para el futuro
en la investigación psiquiátrica y neurológica
en los adultos.
ETIOLOGÍA
No hay duda de que el TDAH es un cuadro
orgánico, con origen en deficiencias anatómico-
biológicas que afectan preferentemente
a ciertas estructuras cerebrales y que no es patrimonio
exclusivo de los humanos. En seres
el reino animal superior (caballos, toros, perros,
gatos, monos, etc.) pueden observarse
comportamientos similares. La etiología puede
ser tanto genética como adquirida, pero en
ambas circunstancias con la misma base bioquímica
como origen del trastorno. La mayoría
de los casos son hereditarios por vía autosómica
dominante por parte de ambos
progenitores de manera similar. Además de
los casos hereditarios, están los de origen adquirido.
En estos últimos años se está observando
un importante aumento de este grupo
debido fundamentalmente al gran número de
niños prematuros y de peso muy bajo, a veces
provenientes de partos múltiples, que salen
adelante gracias a los sofisticados cuidados
intensivos neonatales, predominando en sus
secuelas la inquietud, la falta de atención y la
impulsividad. En los niños adoptados la etiología
puede ser combinada – constitucional o
genética y adquirida – y, además, contar con
la probabilidad de heredar mucha patología
comórbida (violencia, conflictividad personal,
tendencia al consumo de alcohol y drogas,
etc.). Hay patologías de otra naturaleza
en las que hay un porcentaje alto de
personas que, además de la sintomatología
propia de ellas, también presentan TDAH
(ej: neurofibromatosis tipo 1, X-frágil, etc).
que predominaba ampliamente en los varones
respecto a las mujeres, pero ésta teoría
va perdiendo fuerza a medida que pasa el
tiempo y actualmente se estima que su prevalencia
es muy similar en ambos sexos, si bien
parece que en los varones puede predominar
la hiperactividad y en las mujeres el déficit de
atención. Asi mismo se consideraba tradicionalmente
que éste trastorno era exclusivo de
la infancia y adolescencia. La realidad no es
esa. El cuadro persiste en la edad adulta y sus
manifestaciones más graves para la familia y
la sociedad, y las dificultades para controlarlas
suelen ocurrir a esta edad.
La importancia alcanzada por este síndrome a
nivel familiar, social y sanitario está fuera de
duda. El hecho de haberlo considerado hasta
ahora como una “patología menor”, con el
erróneo argumento emitido por muchos (con
escasos conocimientos sobre la repercusión
de este síndrome) de que está “sobredimensionado”
ha llevado acarreado, si no un desinterés
total por su estudio, al menos un interés
inferior al de su auténtica importancia.
Hoy constituye, junto con la alergia, la patología
más frecuente en el niño, y, junto con
otros trastornos psiquiátricos de identificación
mejor definida, una de las patologías de
mayor prevalencia y un desafío para el futuro
en la investigación psiquiátrica y neurológica
en los adultos.
ETIOLOGÍA
No hay duda de que el TDAH es un cuadro
orgánico, con origen en deficiencias anatómico-
biológicas que afectan preferentemente
a ciertas estructuras cerebrales y que no es patrimonio
exclusivo de los humanos. En seres
el reino animal superior (caballos, toros, perros,
gatos, monos, etc.) pueden observarse
comportamientos similares. La etiología puede
ser tanto genética como adquirida, pero en
ambas circunstancias con la misma base bioquímica
como origen del trastorno. La mayoría
de los casos son hereditarios por vía autosómica
dominante por parte de ambos
progenitores de manera similar. Además de
los casos hereditarios, están los de origen adquirido.
En estos últimos años se está observando
un importante aumento de este grupo
debido fundamentalmente al gran número de
niños prematuros y de peso muy bajo, a veces
provenientes de partos múltiples, que salen
adelante gracias a los sofisticados cuidados
intensivos neonatales, predominando en sus
secuelas la inquietud, la falta de atención y la
impulsividad. En los niños adoptados la etiología
puede ser combinada – constitucional o
genética y adquirida – y, además, contar con
la probabilidad de heredar mucha patología
comórbida (violencia, conflictividad personal,
tendencia al consumo de alcohol y drogas,
etc.). Hay patologías de otra naturaleza
en las que hay un porcentaje alto de
personas que, además de la sintomatología
propia de ellas, también presentan TDAH
(ej: neurofibromatosis tipo 1, X-frágil, etc).


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